sábado, 18 de abril de 2009

"angel caído"

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Blanco y frío amaneció el día bajo heladas cortinas de insensible viento y siniestras brumas de evanescentes nieblas, que cubriendo el cielo con finas y artísticas bagatelas de albinos hilos, daban conocer un nuevo y fastuoso amanecer.
Apartó la niebla como quien revela el celeste cielo tras unas blancas cortinas. El bosque todavía dormitaba, sus árboles todavía albergaban la suave seda oscura con la que la noche los había sorprendido.
Las dulces gotas brotadas de aquel acaramelado cielo ambarino, florecían de las ramas y de los macizos troncos de aquellos gigantes, que ronroneaban sus últimos segundos de sueño.

Sigilosamente se acercó al Estanque Dorado, a las aguas prohibidas, cual largos y finos rayos de luz pintaban el reflejo de su pálido rostro, sus oscuras alas angelicales brillaban ante la blanca luz que pintaba aquel híbrido sentimiento de tristeza y rencor, había despertado de un largo letargo, y su mirada perdida anhelaba venganza. Recordó su vida mortal y el hedor de la oscuridad engullendo su alma; la muerte había saciado su sed con su gélida sangre, y tantas sombrías memorias parecían lejanas junto con la claridad de un nuevo día. Había abierto sus ojos de nuevo, pero el vacío que sentía en su interior era tan intenso que cegaba cualquier rayo de esperanza que pudiera confortarla. No sentía el latir de su corazón, ni el trayecto de su sangre por sus venas... aun así, desgajó todo brío de fortaleza, y desahogó sus penas ante aquellas verdosas aguas que la acechaban... Y aquellas lágrimas que recorrieron sus mejillas, se transformaron en lágrimas de sangre. Sus pálidos ojos grises miraron hacia el frente, y una extraña sombra se alzaba al otro lado del estanque...
El brillo de los ojos de aquella oscura figura, sobrecogió a aquel ángel caído, perdido en aquel remoto lugar, escondido de vida y muerte. Entonces... una helada sensación recorrió su cuerpo, algo o alguien había sorprendido aquel ser inocente, tras creer que la venganza de su muerte sería posible. Rápidamente se giró, y vio aquellos ojos, aquel rostro que antaño había visto entre pútridas rejas cubiertas de oscuro moho... el mismo rostro que había aparecido en su sinistro letargo... durante tanto tiempo....
Las temblorosas manos de aquel mortal le devolvieron aquel preciado tesoro que en vida, ella le había regalado, aquel colgante argentado, con aquella gótica gárgola de piedra...
El tiempo regresó al pasado, cuando juntos de nuevo se miraban por última vez, aquella joven de largos cabellos dorados y ojos esmeralda, regalaron el corazón de su amor obsequiando a su amante aquel arcano tesoro que había protegido sus antepasados... Pero... una sombra rozo sus cuerpos, una sombra regresó del Hades, una sombra cegó sus ojos

Y el silencio... el silencio rasgó el mortuorio desvanecimiento sucumbido, el aire evadió a través de las maléficas puertas de las tinieblas, como el aliento olvidado de hallar vida en la cripta. Asfixiados por el desgarrado y el lúgubre sentimiento de agonía, ambos entrelazaron sus esperanzas para dar fin a tal siniestra desesperación.

...Aquella lúgubre sombra los separó. Damant cayó en las aguas, parecía ahogar su vida con la negra profundidad del dolor... Y aquellas lágrimas de sangre brotaron de nuevo bajo los párpados de la inocente muchacha que a pesar del sufrimiento, se ahogó por fin aferrada a los brazos de la muerte, y como un extraño milagro, su vida inmortal nacía, como un nuevo capítulo de un antiguo y mítico libro... sus argentadas y ancestrales letras, se escribirían a lo largo de su venganza...


(de por ahi)

viernes, 3 de abril de 2009

mirando una estrella.-

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Mirando las estrellas me di cuenta que en cada una de ellas existe un paraíso. Mirándolas descubrí la infinidad de cosas que nos perdemos. Ellas, que están allá, tan lejos, al menos sobreviven con su pequeño brillo ; y nosotros aquí, tan llenos de todo, nos sentimos morir cuando algo se termina.

Mirando las estrellas comprendí el poco valor que le damos a la vida, cuando ésta nos quita cosas pensamos que es injusta y olvidamos que sin ella no seríamos quienes somos.

Hoy sin pensar vi volar una estrella en su gran mundo. La vi volar sin rumbo y la note perdida, pero me di cuenta de que no, que sólo en nuestro mundo existe la soledad, ya que ellas conviven con su Creador y por eso siguen brillando.

En cambio nosotros, pensamos que estar solos es el fin de la vida; y no nos damos cuenta que a veces la soledad nos ayuda a encontrar respuestas..

Mirando las estrellas pude ver que la felicidad llega cuando menos la esperamos...

Hoy mirando una estrella...

.. aprendí a sonreír y ver la realidad. Mirando a una de ellas, pude ver algunas cosas:

* que no sirve el orgullo cuando existe la amistad..
* que no existen fronteras cuando tenemos vida..
* y que aprender a vivir , es lo mejor que hay.



'Reflexiones para el Alma'

jueves, 26 de marzo de 2009

Pesadilla.

Su propio grito le resonó en la cabeza.

Fue todo un simple sueño, solo tenía que encontrar la salida, o el interruptor, o lo que fuese.
Se adentró lentamente en aquél tétrico lugar. No encontraba salida alguna. Y es que todo estaba oscuro, en silencio... Tanteó paredes, sillas, puertas cerradas, escaleras, y muchas de otras estructuras.

¡Maldición!

Quería salir de aquel lugar ya. Lo habían metido allí después de aquel acto atroz que hicieron contra él. Todo a oscuras. No, eso era un sueño. Debía despertar ya.

Su propio grito volvió a resonar en la estancia. ¿O era en su cabeza?

Se estaba volviendo loco, eso era lo que le pasaba. Y para escapar de la locura debía encontrar la salida, una puta salida. ¡Tan simple! Pero a la vez tan complicado.

Una sonrisa se dibujó en su rostro. El dolor se calmó. Ahora vería la luz del día. Se notaba vacío... pero aquello pasaría.

Empujó, pero la puerta no cedió.

¡Mierda!

Y cuando fue a estirar para golpearla, cedió y se abrió. Otra sonrisa se dibujó en su rostro y esperó que la luz del sol le penetrara en los ojos. Abrió la puerta de un tirón.

Su alma cayó a sus pies. Estaba ciego.

sábado, 14 de marzo de 2009

A pesar de todo

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-->A pesar que se duermen mis sentidos por rutina..
-->A pesar de esa apatía que bosteza enmohecida..
-->A pesar de muchas broncas que quedaron escondidas..
-->A pesar de mis fracasos, mis pecados, mis caídas..
-->A pesar de ilusiones que están por siempre dormidas, y de fantasmas internos prendidos en mis pupilas..
-->A pesar de que me invento muchas veces la sonrisa..
-->A pesar de que me trague las verdades y las mentiras..
-->A pesar de mis defectos, de mi ira, de mis eternos miedos que desde mi alma silban, y que viva disfrazando mis pequeñas cobardías..
-->A pesar de mi pasado que me espía a escondidas..
-->A pesar de mis angustias que rasguñan mis costillas..
-->A pesar de mi energía que se agota, se termina, y del paso de los años, de mis luchas, mis heridas..

"A pesar de todo eso... sigo apostando a la vida"

Anónimo

domingo, 8 de marzo de 2009

Confidente.

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Se sentó con elegancia en el taburete. Deslizó sus fríos dedos por el piano y cerró los ojos al escuchar las diferentes notas que surgían ante el leve contacto. Suspiró y fijó su vista al frente, aunque no veía nada en particular. Siguió oprimiendo teclas al azar y antes de que se diera cuenta, se encontró pensando en ella.

Recordó su calidez, el tímido sonrojo de sus mejillas, el sonido de su corazón al palpitar... y en cuanto ese pensamiento cruzó su mente, sacudió la cabeza sintiéndose frustrado. Aventó los codos con brusquedad en el instrumento y se frotó las sienes intentando alejar el aroma de sus recuerdos, a pesar de que no era una tarea fácil.

Sin pararse a pensar en lo que hacía, presionó un La y de repente se tranquilizó un poco. El piano siempre conseguía ese efecto: calmarlo y concederle paz. Tocó unas cuantas notas más y de repente en su cabeza se comenzó a formar una melodía.

Sus ágiles dedos corrieron veloces y firmes por las teclas, formando acordes, melodías. La canción se volvió cada vez más melancólica con cada nueva nota que agregaba, así que decidió terminarla, antes de que se hiciera triste en su totalidad. Tocó un Do con su dedo índice y éste retumbó con fuerza en la penumbra que había cubierto la habitación sin que se diera cuenta.

Abrió los ojos -sin saber cuando los había cerrado- y lentamente relajó las manos hasta colocarlas con suavidad encima de las teclas blancas. Dirigió su mirada a los grandes ventanales que tenía enfrente y suspiró al observar que el crepúsculo volvía a caer, recordándole el final de otro día.

Se levantó con cuidado del asiento y se encaminó a su dormitorio con las manos en los bolsillos, sin volver la vista atrás.

Y su piano, tan sereno y misterioso, se quedó sentado ahí en la oscuridad con un único propósito: cuidar celosamente aquel secreto bello y doloroso que aquel muchacho solo compartía con él.

martes, 3 de marzo de 2009

El ropero.

¡Cuántas cosas desparramadas por aquí y por allá!
¡Qué desorden por todas partes!

Por fin hoy me decidí... y abrí mi ropero. Entre medio de ropas arrugadas, ¿sabés qué encontré? Encontré mi conciencia, cubierta de polvo, arrugada, con huellas visibles del paso del tiempo.

Le tuve lástima... y me tuve lástima. ¿Todavía serviría? Sí, ¿por qué no? La limpié. La sacudí. La dejé como nueva, apta para todo servicio.
Pero no fue todo. También localicé perezas, negligencias y descuidos... repletos de mañanas. Mañana haré esto. Mañana haré lo otro. Mañana haré aquello. Mañana... y mañana..

Junté toda esa chatarra y la tiré.
Entre los pañuelos ví disimuladamente las angustias y los temores. ¿Perderé mi trabajo? ¿Mantendré mi salud? ¿Le pasará algo a mis seres queridos?
Amarguras, calamidades, inquietudes. A medida que las identificaba, pensé que me iba a dar un infarto, así que... ¡afuera!

¡Por aquí tendría que haber comenzado! ¡Así tengo que continuar día tras día!

Y ahora como mi ropero volvía a tener espacios vacíos... empecé a acomodar...

La esperanza... que tuve tan olvidada
Los afectos... que no siempre manifesté.
Las amistades... que tanto descuidé.
La fe.
La renovada alegría de vivir.

Siempre me habían dicho una y otra vez: el pasado fue mejor. No sé... tal vez sí... tal vez no.
Me importa más que el futuro sea mejor.
No es inocencia. No es que me haya convertido en un ingenuo. Es que he puesto mi ropero en orden. Ahora puedo tomar lo que me ofrece la vida y disfrutarlo en plenitud.

Satisfecho, cerré el ropero. Ya tranquilo, reinicié la marcha por éste, mi camino.
Tengo una meta y hacia ella debo ir....

miércoles, 25 de febrero de 2009

El semáforo

*Aquel día, me desperté con mucho sueño y enojado. Con trabajo, pude levantarme de la cama. Me dirigí al cuarto de baño arrastrando los pies mientras renegaba por tener que levantarme y no poder quedarme acostado todo el día. Desayuné con los ojos tan cerrados como mi mente. Me sentía tan cansado, que por no meter el pan en el tostador, preferí comerlo frío y beber la leche directamente de la botella. ¿Para qué tanto trabajo? ¡Es un fastidio!

Salí de mi casa rumbo a la oficina, desde mi coche observaba el suelo humedecido por la lluvia y no podía evitar la rabia al pensar que tenía que trabajar. El semáforo se puso en rojo y de pronto, como un rayo, se colocó frente a todos los automóviles algo que parecía un bulto.
Por curiosidad abrí más mis ojos somnolientos y pude descubrir que lo que parecía un bulto, era el cuerpo de un joven montado en un pequeño carro de madera. Aquel hombre no tenía piernas y le faltaba un brazo. Sin embargo, con su mano izquierda lograba conducir el pequeño vehículo y manejar con maestría un conjunto de pelotas con las que hacía malabares.

Las ventanillas de los automóviles se abrían para darle una moneda al malabarista que llevaba un pequeño letrero sobre el pecho. Cuando se acercó a mi auto pude leerlo, "Gracias por ayudarme a sostener a mi hermano paralítico". Con su mano izquierda señaló hacia la acera y ahí pude ver a su hermano, sentado en una silla de ruedas colocada frente a un atril que sostenía un lienzo, y movía magistralmente con su boca un pincel que daba forma a un hermoso paisaje.

El malabarista mientras recibía unas monedas, vio el asombro de mi cara y me dijo: ¿Verdad que mi hermano es un artista? De pronto el chico sentado en la silla de ruedas se dió vuelta y pude leer el respaldo de su silla: "Gracias señor por los dones que nos das, contigo nada nos faltará"
Eso me impactó profundamente y mientras el hombre-bulto se retiraba y el semáforo cambiaba de color rojo al verde, mi semáforo interior también cambió.

Desde aquél día, nunca más se me volvió a encender la luz roja que me paralizaba por la pereza. Siempre he tratado de mantener la luz verde encendida y realizar mis trabajos y actividades sin detenerme. Aquel día descubrí que ante aquellos jóvenes, yo era el más necesitado, el más incompleto. Desde aquel mismo día, nunca he dejado de agradecer.

Ahora no tengo todo lo que quiero; pero le doy gracias a Dios por lo que sí tengo. El salario apenas me alcanza para pagar las cuentas, pero doy gracias a Dios, que por lo menos tengo un trabajo para ganar el sustento. Los problemas se multiplican como por arte de magia, pero gracias a Dios tengo paciencia y fortaleza para sobrellevarlos.

A veces creo que no podré seguir adelante con tanto conflicto; pero le doy gracias a Dios porque cada mañana siento dentro de mi corazón que sí puedo. Los años han ido pasando rápidamente, mi piel está un poco arrugada, y mis cabellos se están poniendo blancos; pero le doy gracias a Dios por la alegría que siento de vivir.
Cada día le doy gracias a Dios por los conflictos que pude resolver, por los problemas que pude superar, por la enfermedad que pude soportar, por el odio que se transformó en amor, por la soledad que pude sobrellevar.

- Reflexiones para el Alma Tomo II de J.L. Prieto