miércoles, 31 de diciembre de 2008

Infidelidades


Salíamos del motel. Ella hablaba y hablaba sin parar. Yo pensaba dónde sería el mejor lugar para dejarla. No tengo ni idea de lo que me decía, no me interesaba, y creo quea ella tampoco le interesaba mucho mi opinión sobre su monologo.

Habíamos hecho todas esas cosas que nos habíamos propuesto a través de los e-mails que intercambiamos en los días previos. No estuvo mal, pero para mi ya era suficiente, había llegado a la conclusión de que ya estaba bien y que no valía la pena involucrarse más.

Le propuse dejarla en la próxima esquina. Creo que la interrumpí en lo que me estaba diciendo. Hizo un silencio que duró un par de segundos y luego me contestó que estaba de acuerdo. No dudé en parar y acercarme para despedirme. Por supuesto que no apagué el auto. Ella quedó cortada, me pareció que no esperaba una despedida tan rápida. Hizo una mueca que no pude entender, nos dimos un beso, y se bajó.

Recomencé la marcha, doblé en la siguiente calle, hice tres o cuatro cuadras y paré en un lugar tranquilo para dar un vistazo y asegurarme de algunas cosas. Saqué mi pañuelo, desenvolví mi alianza y me la puse. Saqué de mi otro bolsillo la factura del hotel, la leí, luego la rompí y la tiré. Ya casi estaba todo listo para proseguir, pero se me dio por revisar en el compartimiento que hay al lado de la puerta del acompañante. En ese momento fue la gran sorpresa. Allí estaba, muy delicadamente doblada, en el lugar en el cual no estaba previsto que yo viera. ¡¡Allí estaba la bombacha!!

Ahora si todo me cerraba, ahora si logré comprender esa mueca extraña, esa sonrisa irónica, ese silencio que no había entendido en su totalidad. No dudé ni un segundo, enseguida llegué a la conclusión, había dejado allí su bombacha para provocarme problemas con mi mujer. Era obvio, era muy probable que ella fuera la primera en ocupar ese lugar y por ende en descubrir esa prenda que me acusaría en forma contundente.

Un sudor frío corrió por mi frente, realmente me asuste solo de pensar en las consecuencias, pero pronto me di cuenta que la suerte estaba de mi lado, por lo tanto decidí tomar la bombacha y tirarla para afuera, esa era mi salvación, y por lo tanto volvió la tranquilidad, y la sonrisa ironica ahora era mía. Arranqué nuevamente el auto y volví triunfalmente para mi casa, había vencido a la maldad y a la mente retorcida de esa mujer.


Pero no es oro todo lo que reluce, hasta el día de hoy no le he podido explicar a mi mujer que fue lo que pasó con su bombacha...


( Texto extraído http://www.historiaspersonales.com/ )


Y VOS, ¿QUÉ OPINÁS?

lunes, 29 de diciembre de 2008

Innauguración

Así como todo tiene un final, para que éste exista, tiene que tener un comienzo.

Este nuevo comienzo, es uno distinto. Un comienzo donde la mente está tranquila y el corazón parece haber encontrado un equilibrio sutil entre la paz y la desesperación.

Historias verdaderas, verdaderas historias, oscilando entre lo hilarante y lo dramatico. Una forma sencilla de explicar los sentimientos que se pueden remitir a nuestra vida, y esta etapa que nos tocan vivir.

Almas fuertes que intentan encontrar el punto justo donde poder pensar lo que dicen para luego expresarlo sin que nadie ni nada pueda impedirselo.